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A veinte años de la masacre de Lucmahuaycco

Miércoles 15 de diciembre de 2004, por Federica Braun

Con velas encendidas y corazones abiertos, el pasado 26 de noviembre, en la plaza de Armas de Quillabamba (Cusco), un centenar de personas recordaron los 20 años de la trágica muerte de 34 campesinos de la comunidad de Lucmahuaycco (distrito de Vilcabamba, provincia de La Convención, departamento de Cusco).

Veinte años han pasado desde que el 26 de noviembre del 1984, una patrulla conformada por 20 efectivos de la Guardia Civil y ronderos de la comunidad vecina de Incahuasi, irrumpió en Lucmahuaycco con el objetivo de acabar con una columna de Sendero Luminoso que supuestamente operaba en el lugar. Ingresaron a las viviendas, detuvieron a quienes encontraron: mujeres, hombres, ancianos y niños, y luego los asesinaron. Los cadáveres fueron enterrados posteriormente por los familiares. Un equipo forense de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) constató la existencia de seis entierros clandestinos. Asimismo, los testimonios recogidos permitieron identificar a 34 victimas.

Durante el conflicto armado que vivió el país (años 1980-2000), en la provincia de La Convención, las comunidades más afectadas por la violencia fueron las ubicadas en la cuenca del valle del río Apurimac, debido a su estratégica ubicación geográfica, o sea por ser zona fronteriza con Ayacucho y Apurimac. Lucmahuaycco, caserío a tres días caminando de Quillabamba, estuvo en medio del fuego cruzado entre fuerzas armadas y grupos subversivos, siendo prácticamente arrasado. Muchas personas dejaron la comunidad y migraron a otros pueblos. Hoy, son como 50 familias desplazadas, y en Lucmahuaycco, viven sólo unas treinta familias.

En la ciudad de Quillabamba, APORVIDHA (Asociación por la Vida y la Dignidad Humana), la Defensoria del Pueblo y el Movimiento Cristiano Pro Derechos Humanos (instituciones integrantes de la Coordinadora Interinstitucional post CVR del Cusco), organizaron del 24 al 26 de noviembre diferentes actividades y actos simbólicos, llamando a la participación y reflexión de los ciudadanos, autoridades, representantes de instituciones, estudiantes y periodistas.

En la Plaza de Armas, la exhibición fotográfica “Yuyanapaq, Para Recordar” expresando los 20 años de violencia política permitió a los ciudadanos interrumpir por un momento su camino, reflexionando con ojos abiertos e interrogantes...

Asimismo, un ciclo de video-conferencias dirigido a estudiantes de colegios y del Instituto Pedagógico permitió que ellos sientan, pregunten, reflexiones y conozcan lo que pasó en el país y en su propia región. A pesar del poco tiempo de las charlas (una hora) para explicar las causas y las secuelas, el proceso de judicialización y el pedido de reparaciones, los jóvenes estuvieron motivados para entender el proceso de violencia. Así unas preguntas han vuelto a cada grupo: ¿Por qué nació Sendero Luminoso? ¿Por qué mato a tanta gente? ¿Por qué los militares no protegieron a la población y cometieron también abusos y ejecuciones?

La noche del 26 de noviembre, se realizó una misa en la Parroquia de La Convención ofrecida en recuerdo de las Víctimas de Lucmahuaycco. Al salir, cerca de 100 personas, acompañando en su dolor a los familiares de las víctimas presentes, formaron una vigilia donde se cantó, oró y se rememoró los nombres de las 34 personas asesinadas. Finalmente, se dejó frente de la iglesia las velas encendidas sin que el viento las apagara ...

Ahora el trabajo realizado por la CVR nos da una oportunidad para esclarecer los hechos y exigir justicia y reparaciones para los afectados de todo el país. Se debe rescatar que un proceso penal está en marcha por el caso de la matanza de los campesinos en Lucmahuaycco, y que también, se ha firmado un convenio de Cooperación Institucional entre la Municipalidad Distrital de Vilcabamba y la Asociación de Desplazados por la Violencia Política, para la construcción de una carretera Sondor-Lucmahuaycco (40 km).

Tres de cuatro víctimas de la violencia política fueron campesinos quechua hablantes. Las desigualdades raciales, económicas y culturales, la exclusión social, la discriminación hacia los “cholos” o “serranos”, han sido una de las causas de la emergencia de la violencia, que aún prevalece y persiste en la sociedad peruana. Poco han hecho las autoridades o los ciudadanos para combatir semejantes estigmas. Ahora, nos toca dar una mirada al pasado y preguntarnos: ¿cómo podemos levantar los ojos al futuro y construir una democracia mas justa y solidaria?


Federica Braun es voluntaria Naciones Unidas-Defensoria del Pueblo y coordinadora Interinstitucional post CVR-Cusco. E-mail: sonkoychaska@yahoo.com

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