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El aporte de la biotecnología a la seguridad y soberanía alimentaria en Bolivia

Miguel à ngel Crespo

Lunes 3 de septiembre de 2012, por Revista Pueblos

Pese a la riqueza natural que presenta Bolivia, el desarrollo sostenible nacional sigue siendo un reto pendiente. Basada en la explotación de recursos naturales finitos, la actividad comercial ha condenado al país a la situación de proveedor de materias primas, situación acentuada por la ausencia de financiacón pública destinada a investigaciones que persigan el uso sostenible de los recursos genéticos de alto valor estratégico. Sin embargo, las investigaciones han ido avanzando y en la actualidad podemos hablar ya de realidades que dependen de la voluntad política para su aplicación.

La actual crisis multidimensional que azota al planeta (en sus facetas ambiental, energética o alimentaria, que resultan de modelos de desarrollo no sostenibles) no ha resultado motivo sufi ciente para llevar a cabo políticas que persigan el verdadero desarrollo sostenible basándose en los recursos de la biodiversidad, desaprovechando así una oportunidad única.

En este marco, la seguridad y soberanía alimentarias se han convertido en un permanente tema de análisis y reflexión que no ha sido abordado desde un análisis integral. Es decir, que sólo se ha circunscrito a refl exionar sobre cómo las políticas destinadas a la producción de alimentos deben abordarse desde una perspectiva técnico- económica, sin tener en cuenta lo relacionado con el manejo de los recursos genéticos de la biodiversidad.

La seguridad y soberanía alimentaria no son solamente la capacidad de generar suficientes alimentos para el consumo interno. Es necesario conocer en manos de quiénes está la producción de los mismos y cuáles son algunas de las variables externas (las bolsas de Chicago y Rosario, por ejemplo) e internas (las estructuras de costos, el contrabando, etc.) que infl uyen en los precios. Tampoco se debe perder de vista que la seguridad y soberanía alimentarias están relacionadas estrechamente con el uso y acceso al recurso tierra (que es la base para la producción de alimentos), donde entran en juego los factores de responsabilidad social y ambiental que deben imperar en un modelo productivo sostenible.

La seguridad y soberanía alimentarias lograrán su verdadera dimensión cuando se obtenga el control soberano de los recursos genéticos (es decir, de las semillas) y cuando se consoliden innovaciones tecnológicas propias, sin necesidad de acudir a la manipulación genética, y se destinen a la producción de cultivos limpios para la alimentación. La gran riqueza en biodiversidad que existe en los países latinoamericanos facilita estas cuestiones.

En el caso de Bolivia la situación es dramática. En primer lugar, más del 82 por ciento de la producción de los principales alimentos destinados a la canasta familiar se encuentra en manos de la agroindustria. Es decir: subordinada al mundo de los agronegocios. [1] Pero eso no es todo, sino que sólo el 10 por ciento de las semillas e insumos requeridos para la producción de alimentos se desarrollan en el país. [2] En otras palabras: la alimentación de las y los bolivianos depende en gran medida de la importación de semillas e insumos sintéticos (agroquímicos) y está subordinada a los vaivenes de los precios establecidos en el mercado internacional.

Esta situación se traduce en permanentes problemas: graves impactos socioambientales, escasez o sobreproducción de alimentos. Los impactos se deben en parte a la ampliación de la frontera agrícola en zonas no aptas para la agricultura, al avasallamiento de áreas protegidas y de territorios indígenas, así como a la contaminación de importantes reservas acuíferas y a la aceleración de los procesos de desertifi cación de suelos, que en el caso de Bolivia afectan ya al 40 por ciento de su territorio. Paradójicamente, como decíamos, Bolivia está entre los países más ricos en recursos genéticos del planeta y es el centro de origen de muchas variedades y especies de semillas destinadas a la alimentación.

PROCESOS E INVESTIGACIONES

En este contexto, Probioma [3] lleva a cabo desde hace 21 años investigaciones e innovaciones tecnológicas relacionadas con el uso de recursos genéticos, en este caso microorganismos nativos, que puedan contribuir al control biológico de plagas en la agricultura y convertirse en alternativa al uso de agroquímicos. Este esfuerzo privado ha sido desarrollado en el departamento de Santa Cruz, que concentra el 78 por ciento de la biodiversidad del país y que además produce más del 80 por ciento de los alimentos que requiere Bolivia.

El control biológico es parte de las leyes de la naturaleza. Mediante este control, las especies son reguladas en su crecimiento poblacional por otros enemigos naturales. En este sentido, el proceso de investigaciones, innovaciones y aplicaciones de los controladores biológicos que se ha llevado a cabo no ha hecho más que seguir este proceso natural, que no afecta a la biodiversidad ni a la salud humana. Asimismo, el control biológico no genera resistencia en las plagas y tampoco supone una forma de dependencia del productor de esta biotecnología, ya que, en la medida en que las condiciones ambientales lo permiten, los microorganismos se establecen y generan la base de un control natural futuro.

En este marco, el proceso llevado a cabo ha estado dirigido en primera instancia a identifi car microorganismos benéfi cos y/o controladores de determinadas plagas presentes en los cultivos. Se ha procedido a aislar y multiplicar dichos microorganismos en condiciones de laboratorio y, posteriormente, a reinsertarlos en el campo. Es así que se han llevado a cabo pruebas de validación y, de manera paralela, formulaciones específi cas para facilitar la aplicación en el terreno. Asimismo, se han desarrollado investigaciones orientadas a permitir la aplicación de los microorganismos en el campo de manera económicamente viable para las y los productores.

En el marco de este proceso se han realizado innovaciones tecnológicas que permiten la producción masiva de biorreguladores y al mismo tiempo su aplicación en grandes extensiones. Este proceso se ha realizado mientras se trabajaba todo lo relacionado con los registros legales con las autoridades competentes, quienes no siempre han acompañado estos avances. Probioma se ha encontrado con una serie de trabas debido a la carencia de normativas específi cas para esta biotecnología.

Uno de los grandes logros obtenidos adicionalmente en este proceso ha sido el desarrollo de un biorregulador que controla el insecto llamado Triatoma infestans (vinchuca). Este insecto es el vector del mal de Chagas, enfermedad que afecta a más de tres millones de bolivianos y bolivianas y a más de 90 millones de personas en el mundo y que amenaza a otros tres millones en Bolivia. Este aporte a la conservación de la salud humana, que ha contado con estudios adicionales de inmunología humana y estudios de impacto ambiental, no ha sido aprovechado por el Estado boliviano, que continúa aplicando un control químico que ha demostrado no ser viable no sólo por los serios impactos socioambientales que presenta sino también por la resistencia que ha generado en el vector.

En este proceso, y a pesar de la ausencia de apoyo e interés por parte del Estado boliviano, los resultados han sido exitosos. Se han logrado desarrollar innovaciones tecnológicas únicas que también han roto el mito de que el control biológico es sólo para pequeñas áreas, puesto que actualmente se aplica tanto a miles de hectáreas usando equipos de tecnología puntera como también lo aplican pequeños productores y campesinos. Es decir: se ha adaptado a las condiciones de las y los productores y a sus diferentes regiones, estratos y diferencias tecnológicas.

Por otra parte, esta biotecnología está contribuyendo a la producción responsable y ecológica de muchos cultivos de importancia tanto para el mercado interno como para el de exportación. Es decir, que está ayudando a que se produzcan cultivos cualitativamente diferentes y está sustituyendo gradualmente el uso de agroquímicos en las diversas fases del cultivo. Gracias a este control biológico se han dejado de emplear más de 180.000 litros de agroquímicos en Bolivia.

En este contexto, el proceso ha llevado a que se protejan con esta biotecnología más de 50 cultivos en 230.000 hectáreas en diferentes ecosistemas, fortaleciendo y enriqueciendo la microfauna existente y contribuyendo a la seguridad y soberanía alimentarias del país, ya que una gran parte de los cultivos así protegidos son usados en la dieta fundamental boliviana, basada en el consumo de soya, quinua, maíz, trigo, arroz, caña, papa, hortalizas y frutas.

INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS INVESTIGACIONES

Este proceso innovador no hubiera sido posible sin la participación y credibilidad de los productores que confiaron en esta biotecnología que se está consolidando cada día en Bolivia y que está contribuyendo a la conservación de los suelos, a evitar el avance de la desertifi cación, al fortalecimiento de la biodiversidad, a la protección de la salud humana y al mejoramiento de la calidad de los diferentes cultivos en un marco de responsabilidad social y ambiental. Una prueba de ello es que todos los biorreguladores desarrollados han sido certifi cados internacionalmente; es decir, que están admitidos bajo la normas de producción orgánica de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, principales demandantes de productos orgánicos en el mundo.

Asimismo, mediante el uso de microorganismos se está contribuyendo a la biorremediación de suelos en proceso de desertifi cación y/o suelos contaminados por la actividad minera, como es el caso de suelos situados en los departamentos de Oruro y Potosí, que tienen el 90 por ciento de su territorio en proceso de desertifi cación.

En estos momentos en los que se debate a nivel mundial y nacional qué hacer ante las crisis alimentaria y energética y qué hacer para la protección de la Madre Tierra, es cuando Bolivia tiene mucho que decir ante los logros alcanzados, aplicando masivamente y de manera creciente esta biotecnología, aportando una respuesta concreta a la crisis ambiental, a la seguridad y soberanía alimentaria. Con el uso de esta biotecnología, desarrollada y consolidada en Bolivia, se está demostrando de manera concreta el camino que tienen que seguir los países latinoamericanos para lograr un verdadero desarrollo sostenible, mediante el uso de los recursos de la biodiversidad y, en este caso, de los recursos genéticos.

El aporte está hecho, pero falta voluntad política de los Estados a todos los niveles para fortalecer estas iniciativas (que son ya realidades), para que puedan generalizarse y así establecer visiones de desarrollo diferentes al extractivismo. Estas iniciativas pueden llevar también al desarrollo de industrias relacionadas con el ámbito de la producción de semillas libres, del control biológico, de la medicina, farmacología, cosmetología, industria alimenticia limpia, etc. El apoyo a estos sectores impulsaría la investigación científi ca y generaría fuentes de trabajo, sin dejar de resultar benefi ciosas para la conservación de la biodiversidad y para la salud humana.


Miguel Ángel Crespo dirige Probioma.

Este artículo ha sido publicado en el nº 53 de Pueblos - Revista de Información y Debate - Tercer trimestre de 2012.

Notas

[1] Crespo, Miguel Ángel (2011): “El mito de la seguridad y soberanía alimentaria”. Ver en la sección de documentos de: www.biodiversidadla.org.

[2] Noticia publicada en El Deber, 11 de abril del 2012. Ver: www.eldeber.com.bo.

[3] Probioma es una institución boliviana privada de desarrollo social. Para más información: www.probioma.org.bo.

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