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Editorial - Pueblos 45 - Enero de 2011

Lejos ahora de las portadas, el sáhara continúa resistiendo

Redacción Pueblos

Jueves 13 de enero de 2011, por Revista Pueblos

Hace ya dos meses que el ejército marroquí atacó el campamento Dignidad, situado a 15 kilómetros de El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental. Entró a sangre y fuego, ayudándose de helicópteros, gases lacrimógenos y disparos para destruir el campamento y aterrorizar a las más de 20.000 personas que allí protestaban contra la ocupación marroquí y sus consecuencias.

La preocupación saltó a la portada de los periódicos y a las noticias de apertura de los informativos. ¿Qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Era verdad que había numerosas víctimas mortales? ¿Cómo era posible que pasase algo así y que no se hiciese nada? Muchas páginas, pero poca información contextualizada. Unos días después, todavía menos información: a partir del 22 de noviembre, el Gobierno marroquí no deja entrar a periodistas en El Aaiún. Tampoco permite la entrada de determinados cargos políticos, aunque esto no es ninguna novedad.

De la preocupación por las víctimas y la situación del pueblo saharaui, muchos medios españoles pasaron pronto a ocuparse de servir de altavoz a quienes pedían responsabilidades políticas al Gobierno de Zapatero. Creció el bochorno: la derecha española más rancia, preocupada por los derechos humanos y la autodeterminación de un pueblo; los “socialistas”, sin saber cómo moverse ni qué decir, asustados por si se viesen afectados los intereses con Marruecos. Mientras, las calles acogían concurridas y heterogéneas manifestaciones.

El Gobierno marroquí echó mano de una de las estrategias más utilizadas por los países occidentales para desprestigiar toda lucha popular: el terrorismo. Y para asustar todavía más escogió a Al Qaeda. El ministro de Interior de Marruecos, Taieb Cherkaoui, afirmó el 16 de noviembre que el campamento Dignidad estaba controlado por “milicias armadas” con un “entrenamiento especializado” que recordaba los actos de Al Qaeda y de otros grupos terroristas en la región del Sáhara y el Sahel.

No se le dio mucha cancha en la prensa española, pero lo curioso es que en la primera quincena de diciembre el oráculo Wikileaks desveló un cable diplomático estadounidense que afirma que el Frente Polisario no sólo no apoya el extremismo islámico, sino que incluso persigue el tráfico de armas y restringe en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia) el acceso a páginas web que fomentan el extremismo islámico.

España abandonó el Sáhara Occidental hace 35 años, incumpliendo sus compromisos de garantizar la descolonización. Ahora no es capaz ni tan siquiera de condenar con firmeza las torturas y continuas violaciones de los derechos humanos cometidas por Marruecos. Ni parece que haya verdadero interés en esclarecer el ataque al campamento o lo que pasó después, como afirmó hace unas semanas el delegado del Frente Polisario en España, Bucharaya Beyun. Ni se sabe con seguridad cuántas víctimas mortales hubo, ni cuántas personas continúan desaparecidas.

Siempre pensamos que estas situaciones no pueden mantenerse durante mucho tiempo, pero parece que sí es posible. Cualquier mañana nos volverán a asustar las noticias de un nuevo ataque brutal en algún campamento del Sáhara, en algún campo de refugiados de Palestina o en alguna esquina de cualquier parte del mundo donde haya petróleo, minerales, selva, agua, dignidad. La información nos llegará posiblementeentonces filtrada, a retazos, como para que no nos enteremos demasiado y no pensemos lo que la gente decente no debe pensar. Entonces tendremos que agarrarnos nuevamente a unos versos del argentino Juan Gelman que tienen sentido en todas las luchas del pueblo contra el poder: “Hay que aprender a resistir. Ni a irse ni a quedarse, a resistir, aunque es seguro que habrá más penas y olvido”.


Redacción PUEBLOS. Este artículo ha sido publicado en el nº 45 de la Revista Pueblos, enero de 2010.

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